viernes, 27 de junio de 2025

La tentación de imaginar o de dominar al otro - Texto de opinión


La tentación de imaginar o de dominar al otro

Texto de opinión de Agustina Carrazzoni

El amor debería ser un sentimiento que nos haga crecer y nos permita conocer al otro tal cual es, pero muchas veces se convierte en una forma de posesión disfrazada de cariño. Tanto en “Cambio de luces”[1], de Julio Cortázar[2], como en La intrusa[3], de Jorge Luis Borges[4], se muestran relaciones que parecen basarse en el afecto, pero que en realidad esconden una necesidad de dominar al otro o de usarlo como un refugio frente a la propia soledad.

En el caso de Tito Balcárcel, su vínculo con Luciana nace de la ilusión. Desde el primer momento, él decide imaginarla como una mujer triste, con el pelo castaño y la mirada transparente. Cuando finalmente la conoce y se da cuenta de que no encaja del todo en esa fantasía, empieza a modificarla poco a poco, al punto de pedirle que se aclare el cabello. Es como si Tito no pudiera aceptar la realidad y necesitara que Luciana se pareciera a un personaje inventado. Esta actitud demuestra que no le importaba tanto quién era ella, sino la tranquilidad que le daba pensar que alguien lo admiraba sin condiciones. Incluso cuando vivían juntos, Tito seguía tratando de recrear su propio escenario perfecto: la luz cenicienta, el sillón de mimbre, la mujer silenciosa que lo miraba con devoción.

Algo parecido sucede en La intrusa, aunque con un final mucho más violento. Cristián y Eduardo Nilsen comparten a Juliana como si fuera un objeto que les pertenece. Al principio, podrían justificar sus acciones diciendo que ella era la única manera de no pelearse entre ellos. Pero con el tiempo, esa excusa se convierte en un hábito cruel que destruye por completo la dignidad de Juliana. ¿Cómo se puede hablar de amor cuando la otra persona no tiene derecho a decidir sobre su vida? La situación es tan extrema que, cuando la “solución” de venderla fracasa, no encuentran otra salida que matarla. Esta decisión revela hasta dónde puede llegar la necesidad de control.

Más allá de esto, en ambos relatos las mujeres no tienen una voz propia ni se nos permite conocer lo que piensan de verdad[5]. Tanto Luciana como Juliana aparecen solo a través de la mirada de los hombres, que las describen, las imaginan o toman decisiones por ellas. Esta falta de perspectiva propia contribuye a que parezcan figuras silenciosas, reducidas a ser objeto de deseo, de fantasía o de dominio, y hace todavía más evidente la desigualdad de poder que sostiene estas relaciones. En ese silencio, queda claro cómo los vínculos afectivos pueden transformarse en espacios donde una sola voz define y condiciona a la otra.

Muchas veces, esas relaciones en cuestión se convierten en un espacio donde uno de los dos proyecta sus miedos y sus deseos, olvidando que la otra persona tiene sus propios pensamientos y emociones. En estos relatos, los hombres no logran comprender que amar no es imponer un molde ni comprar una compañía para calmar la soledad. La obsesión por mantener todo bajo control termina generando más dolor que alivio.

Por ejemplo, Tito cambia la luz de la lámpara y compra un sillón de mimbre sólo para recrear el escenario que había imaginado en su cabeza. Al hacerlo, no sólo modifica el espacio físico, sino que también transforma a Luciana en un recuerdo que nunca existió. Del mismo modo, los hermanos Nilsen deciden matar a Juliana porque no pueden soportar que sus celos y su inseguridad los enfrenten.

¿Por qué nos resulta tan difícil aceptar que el otro no siempre va a ser como queremos? Quizá sea porque enfrentarse a esa verdad duele más que inventar un amor perfecto que sólo existe en nuestra mente.

En definitiva, estas historias nos enseñan que el verdadero amor no se basa en apropiarse de la vida del otro ni en proyectar sobre esa persona nuestras inseguridades.  Ningún vínculo sano[6] puede construirse si uno de los dos deja de ser persona para convertirse en un objeto que completa nuestras carencias. Amar es respetar, aunque eso implique aceptar lo imprevisible del otro y renunciar a nuestras fantasías.



[1] Cuento publicado en 1977. Narra la historia de Tito, un actor de radio que se relaciona con una admiradora, Luciana, a través de cartas.

[2] Escritor, poeta y profesor argentino. También trabajó como traductor, oficio que desempeñó para la Unesco y varias editoriales.

[3] Cuento publicado en 1966, el cual narra la relación entre dos hermanos, Cristián y Eduardo Nilsen, y cómo esta se ve alterada por la llegada de una mujer llamada Juliana.

[4] Escritor, poeta, ensayista y traductor argentino, extensamente considerado una figura clave tanto para la literatura en español como para la literatura universal.​ 

[5] Esta ausencia de voz femenina es un recurso narrativo que refuerza la crítica del texto: los personajes masculinos imponen sus visiones, y el lector queda imposibilitado de conocer las emociones reales de las mujeres.

[6] La expresión “vínculo sano” se inscribe en una visión actual del amor basada en el respeto, la autonomía y la comunicación emocional, en contraposición al amor romántico tradicional centrado en la fusión o la dependencia.

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