martes, 15 de octubre de 2024

Producción de "El Horla" - Reseña crítica realizada con Guadalupe Pereira

 

La realidad alterada: ¿locura o sobrenaturalidad?

“El Horla” de Guy de Maupassant

De Agustina Carrazzoni – Just Agus Blogs y Guadalupe Pereira – La Lupa de Lupe

 

Henry René Albert Guy de Maupassant nació en el castillo de Miromesnil, en Normandía, Francia, el 5 de agosto de 1850. Fue un escritor y poeta naturalista especializado en la narrativa breve. Encuadrando el naturalismo, su estilo era sencillo y realista, y transmitía lo más sórdido y oscuro del comportamiento humano.

En su infancia, su madre fue la primera en inculcarle la pasión por la lectura. Estudió en el seminario eclesiástico de Yvetot, de donde fue expulsado. Consiguió graduarse en el Liceo Rouen y hacer amistad con personajes tan determinantes como su maestro, el escritor Gustave Flaubert, gracias a quien se animó a dedicarse a la literatura. Al poco tiempo, ya era parte del círculo de escritores representantes de movimientos como el naturalismo y de estilos literarios de vanguardia.

El autor participó de la guerra franco-prusiana, la cual serviría de contexto para varias de sus obras. Además, fue afectado durante toda su vida con graves trastornos nerviosos y físicos. En 1892, tras un intento de suicidio, fue ingresado en el manicomio de París, donde murió, luego de 18 meses de agonía, de una parálisis general. 

Casi no dejó tema sin tocar; sus historias eran originales y descritas de forma natural, abordando temas como el adulterio, el dinero, la violación, el suicidio, entre otros. Publicó más de 300 cuentos, seis novelas, un libro de poesía y varias guías de viaje, destacando títulos como “Bola de Sebo”, “El Horla” o “La Vendetta”. Finalmente, Guy de Maupassant muere el 6 de julio de 1893 a los 42 años, no sin dejar por escrito su epitafio que dice: “Lo he codiciado todo y no he sentido placer en nada”.

Al leer “El Horla”, nos encontramos en presencia de una obra escrita en primera persona, como una especie de diario personal, donde podemos apreciar al protagonista y escritor de este diario en una extraña situación. Este comienza a sentir un malestar que lo tiene preocupado. Decide realizar un par de viajes para despejar su mente, pero, a la vuelta de cada uno de estos, su malestar regresaba. Describe su “enfermedad” como algo extraño; como si alguien lo controlara, poseyera o no lo dejara ser libre.

 Este relato no solo retrata una escalofriante secuencia de acontecimientos que le ocurren al narrador, a quien muchos asimilan con el propio Guy de Maupassant, sino que también logra transmitir a la perfección el miedo, ese miedo a lo desconocido que todos hemos sentido alguna vez, sin poder explicarlo de una forma racional.

De hecho, uno de los grandes elementos de la historia es el cuestionamiento de la realidad misma. El protagonista nunca está seguro de si está imaginando cosas o realmente las está viviendo. Es el impactante relato el que hace dudar al lector si está frente a una enfermedad mental o a un suceso paranormal. Definitivamente, podemos decir que la esencia de este libro está en la locura y sus repercusiones en el narrador.  En efecto, “El Horla” es, en el fondo, un viaje a la psiquis de sus lectores.

No obstante, el autor nos invita a reflexionar sobre las limitaciones de nuestra percepción. Una de las frases notables de esto dice: “¿Acaso vemos la cienmilésima parte de lo que existe? Observe por ejemplo el viento, que es la fuerza más poderosa de la naturaleza; el viento, que derriba hombres y edificios, que arranca de cuajo los árboles y levanta montañas de agua en el mar, que destruye los acantilados y que arroja contra ellos a las grandes naves, el viento que mata, silba, gime y ruge, ¿acaso lo ha visto alguna vez? ¿Acaso lo puede ver? Y sin embargo existe.” Esta comparación del viento con lo invisible es particularmente reveladora, y refuerza a su vez la atmósfera de incertidumbre que caracteriza al relato.

Maupassant plantea que existen entidades o fuerzas en el mundo que operan fuera de nuestro campo visual y sensorial, lo que despierta una inquietud profunda sobre qué otros peligros desconocidos podrían acechar sin que seamos conscientes de su existencia. Podemos tomarlo como una advertencia sobre la limitada capacidad del ser humano para comprender el universo y lo poco que en verdad sabemos sobre él.

Además, en esta obra, el autor nos ofrece un relato inquietante, a ratos desasosegante, pero a lo largo del cual el ente no ejerce ningún tipo de violencia sobre el narrador, si bien su mera presencia lo trastorna. Ahí es donde vemos manifestado el llamado horror o terror psicológico.

A pesar de la destacable producción del cuento largo, es muy importante mencionar que hallamos una falta de sentido en el final. Al ser un inmortal relato del escritor francés con tanto reconocimiento, esperábamos que tenga un desenlace sorprendente. Sin embargo, nos genera mucha amargura que siendo un clásico, no llegue a ningún lado. Con esto no referimos a que, presentando un viaje tan profundo al interior del lector a través de la angustia y sufrimiento del protagonista, se espera mucho más que un suicido. Pues, lo único que conseguimos es ver como él “pierde” contra su propia mente o lo sobrenatural.

Aunque recomendamos no perderse la oportunidad de leer semejante historia, y aún más si disfrutas de aquellas de suspenso y terror psicológico, el hecho de tener un final que no satisface para nada el recorrido de la lectura es decepcionante. Es por eso que Guadalupe le da tres claves y media de sol, mientras que, Agustina le da tres cartas y media de amor.

                                         

 

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