Ideales de belleza que lastiman
de Agustina Carrazzoni
La industria de la moda tiene una
influencia significativa en la prevalencia y la naturaleza de los trastornos
alimenticios debido a sus prácticas, normas y estándares. Esto es debido a que,
frecuentemente, promueve un ideal de belleza basado en cuerpos extremadamente
delgados. Estos estándares se reflejan en las modelos que son seleccionadas
para las pasarelas y campañas publicitarias, quienes a menudo tienen figuras
poco representativas de la mayoría de las personas. Esta cuestión puede tener
consecuencias devastadoras para la salud mental y física de las jóvenes. De
hecho, es en el libro “Las Chicas de alambre” donde se plantean preguntas
importantes sobre la responsabilidad de esta industria y los medios de
comunicación en la creación y perpetuación de estándares para nada correctos.
Este nos invita a cuestionar cómo estas presiones afectan a los jóvenes y nos
desafía a reflexionar sobre la necesidad de un cambio en la manera en que
valoramos la belleza y la salud en nuestra sociedad.
El tratamiento de los trastornos
alimenticios en la novela es directo y crudo. La presión por cumplir con los
estándares de belleza inalcanzables del modelaje lleva a tres chicas: Vanessa,
Cyrille y Jess a desarrollar graves problemas alimenticios como la anorexia y
la bulimia. La obra no escatima en detalles sobre el impacto destructivo de
estos trastornos, mostrando cómo afectan no solo a las protagonistas, sino
también a sus familias y amigos. A través de sus personajes, el autor ilustra
el ambiente tóxico en el que la apariencia física se convierte en una obsesión,
llevando a las jóvenes a extremos peligrosos para alcanzar el ideal de belleza
impuesto por la industria.
En la actualidad, los trastornos
alimenticios se han convertido en una preocupación creciente entre nosotros, los
adolescentes. Estos, que incluyen la anorexia, la bulimia y el trastorno por
atracón, nos afectan cada vez más a los jóvenes, y su impacto es sumamente
profundo. La presión social, la influencia de los medios de comunicación y los
estándares de belleza poco realistas que se ven a diario juegan un papel
crucial en el incremento de estos problemas, creando una crisis que merece
nuestra atención urgente.
Uno de los principales factores que
contribuyen a esta problemática es la presión social para cumplir con ciertos patrones
de belleza. En una era donde las redes sociales dominan, estamos expuestos a
una constante avalancha de imágenes editadas y perfectas que presentan cuerpos
inalcanzables como ideales. Estas representaciones distorsionadas pueden hacer
que nos sintamos insatisfechos con nuestra apariencia, llevándonos a adoptar
hábitos alimenticios peligrosos en un intento por lograr un cuerpo
"ideal".
No obstante, la cultura de la
comparación constante también juega un papel importante. Los adolescentes a
menudo nos comparamos con nuestros amigos, compañeros y celebridades, lo que
puede aumentar la inseguridad y el deseo de cambiar nuestro cuerpo. Esta
comparación puede llevar a conductas alimenticias poco saludables, como
restricciones extremas o atracones, que a su vez pueden desencadenar en los trastornos
alimenticios.
El impacto de estos desordenes va más
allá de los problemas físicos. Ya que a menudo están acompañados de problemas
emocionales y psicológicos, como ansiedad, depresión y baja autoestima. La
lucha con la imagen corporal y el peso puede afectarnos negativamente la salud
mental, creando un ciclo destructivo donde el malestar emocional y las
conductas alimenticias alteradas se refuerzan mutuamente.
La realidad es que vivimos con el
miedo y la presión por la mirada del otro. Inconscientemente, se encuentra
presente el sentimiento de que es necesario que nos veamos de cierta manera. Un
cuerpo no tiene que determinar ni rebajar la capacidad intelectual de nadie.
Todos los cuerpos son únicos tal cual son, y no porque alguien más lo dice; sino porque cada uno lo siente así. Las mujeres solemos tener como
ejemplo a seguir a algunas modelos, las vemos flacas y lindas en la TV o en
fotos y queremos ser como ellas. El querer verse como se ve el otro es
claramente una señal que puede llevar a dar inicio a este tipo de trastornos.
Es claro que estamos hablando de un
desafío complejo. Muchas veces, aquellos que los sufren no buscan ayuda debido
a la falta de comprensión de su condición. La
detección precoz y ponerse en manos de especialistas para seguir
un tratamiento adecuado son las mejores armas para combatirlos.
Asimismo, los expertos creen que es mejor prevenir
su aparición, tanto en
el ámbito familiar, educativo y social. Es por eso que hacen hincapié en la importancia de adoptar una
serie de medidas para prevenir los trastornos alimentarios desde la infancia.
En
conclusión, la adolescencia es una etapa de la vida
donde los cambios son los protagonistas
y nosotros, los humanos, los testigos. Somos testigos de todos los cambios que
se generan en nuestro cuerpo y de lo que se sufre por ellos. La visualización y
la concientización de estos cambios es más que importante. Como también es
imprescindible fomentar un ambiente donde podamos desarrollar una relación
saludable con la comida y nuestro cuerpo.
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